Un bar de pinchos de éxito es esfuerzo, personalidad, ubicación, buen género y adaptabilidad. En Malacaña logramos reunir todas las características necesarias para conseguir generar una experiencia positiva en el cliente que le hará repetir
He estado con Sonia Alonso, la fundadora de un nuevo concepto gastronómico original, innovador y totalmente rompedor. En una charla amena y agradable, como es ella, me ha contado su historia como fundadora de Malacaña.
A los 17 años, Sonia ya se encontraba inmersa en el mundo laboral, ha trabajado en tiendas y en oficinas como auxiliar administrativo. Pero a parte de su trabajo habitual, para poder tener unos ingresos extra que le permitiese ahorrar o disfrutar de las cosas que más le gustaban; como ir al cine, trabajó los fines de semana durante bastante tiempo en el sector de la hostelería, donde obtuvo toda la experiencia que posee actualmente en el mismo.
Con la experiencia adquirida decidió iniciar su propio negocio de hostelería y así fue como creó su primer bar, El Jueves. Era un estilo totalmente distinto a la cervecería con la que trabaja ahora, pues era un establecimiento de estilo universitario ubicado en la zona universitaria de Ponferrada y había continuamente un trafico considerable de estudiantes con ganas de pasarlo bien y tomar algo.
La historia de aquel bar no fue muy duradera, pues a pesar de que funcionaba y era rentable, Sonia decidió traspasarlo a los cinco años para tomarse un año sabático.
Cuando decidió volver de nuevo a la rutina se encontró en una situación complicada, pues España se encontraba inmersa en una crisis económica y, encontrar un trabajo adecuado era prácticamente una misión imposible. Sonia estuvo buscando un puesto de trabajo con insistencia, pero no lo consiguió. Fue entonces cuando pensó en una solución para su problema, y la encontró, hacerse autónoma y emprender un nuevo negocio. Así fue como Sonia. en plena crisis económica, fundó Malacaña.
La cultura del tapeo de León y el pincho, el símbolo gastronómico del País Vasco, supuso la combinación perfecta, pues gracias a esta fusión nació Malacaña, una cervecería cuyo origen se encuentra en Ponferrada.
Sonia explica que es costumbre en León acompañar las bebidas que sirven en los bares con una tapa, un picoteo que haga más agradable la hora del vermut. Cuando ella planeaba y gestionaba la apertura de su nuevo establecimiento sabía que esa tradición la iba a mantener, pero quería dar un paso más allá.
La ponferradina pensó en un concepto que hiciera su negocio hostelero diferente al resto que había en su ciudad, tenía que añadir un valor añadido que se saliese de las típicas patatas fritas o aceitunas y que hiciese que la gente eligiera su bar antes que cualquier otro. Encontró la inspiración en la cultura del pincho vasco, que tanta fama tiene, por lo que trasladó este concepto gastronómico a Malacaña.
El nombre Malacaña resulta llamativo, curioso y atractivo. Sonia estuvo pensando mucho en como llamar a su proyecto. Empezó a relacionar el barrio madrileño de Malasaña y los años de la movida madrileña con su concepto de negocio y comprobó que compartían parte de aquella filosofía. Malacaña es un establecimiento agradable, divertido y desenfadado, con un diseño original que invita a la diversión, un lugar en que compartir buenos momentos, como en aquel barrio.
Sonia apuesta por este producto como la base de su negocio y se ha convertido en el éxito de Malacaña. El pincho se asocia con la gastronomía vasca y consiste en una rebanada de pan, no muy grande, en la que se coloca una porción de comida.
Los pinchos que se elaboran en Malacaña son totalmente caseros, todo lo que sirven lo cocinan ellos en el establecimiento y los productos son de muy buena calidad, pues para Sonia la calidad es lo que predomina en su oferta gastronómica. En su cabeza no cabe la posibilidad de elaborar pinchos con productos mediocres, para ello, se encarga de negociar con los proveedores para que todos los productos que se sirven en Malacaña sean los mejores.
Su oferta diaria es superior a los veinticinco pinchos fríos y calientes, con una amplia variedad de deliciosos bocaditos, canapés, tostas y hamburguesas de excelente calidad.
La carta de pinchos va cambiando continuamente, porque considera que mantener la misma oferta durante mucho tiempo acaba aburriendo al cliente, por ello opta por renovar la carta periódicamente. Aunque la ponferradina confiesa que no renueva todos los pinchos ya que hay algunos que son clásicos muy demandados y no los puede eliminar, como el rollito de verduras, uno de los productos estrellas que más solicitan los clientes.
La inspiración de sus recetas la obtiene de lo que come. Cuando prueba un planto nuevo y le sorprende trata de recrearlo de tal modo, que pueda trasladarlo al pincho, pero es consciente de que no todos los platos se pueden convertir en un pincho.
Sus productos son muy elaborados, llevan horas de preparación y los ofrecen de forma gratuita para acompañar a las bebidas que también sirven en el establecimiento. Esta es una de las características que diferencia a Malacaña de sus competidores, sus productos y sus precios no tienen competencia.
Sonia quiso compartir conmigo el recuerdo de la inauguración de aquel nuevo proyecto en el que había invertido mucho tiempo, trabajo y, sobre todo, ilusión.
El año 2008 lo tiene grabado en su mente con tinta imborrable, pues en ese año se abrió Malacaña al público. Confiesa que no estaba tan preparada como pensaba, ya que se superaron con creces las previsiones que ella había planteado en su mente. Recuerda que aquel primer día, el bar recibió muchos clientes y ella solo contaba con la ayuda de su hermana en aquel momento, no esperaba tanta afluencia de gente el primer día, pues comenta que la inauguración se realizo un jueves y, además, no invirtió ni en publicidad, ni en marketing y, ni siquiera elaboró flyers para dar a conocer su nuevo establecimiento. Confiesa que ese día necesitó la ayuda de familiares para sacar adelante el trabajo.
El primer día de Malacaña fue todo un éxito. Hoy se ha convertido en uno de los locales más reconocidos de Ponferrada. Además, son muchas las opiniones que le cataloga como uno de los mejores bares de barra y pinchos de la ciudad, con más de 500 reseñas entre Google y TripAdvisor.
Sonia se acaba de embarcar en un nuevo proyecto empresarial, algo que tenía en mente desde que comenzó su aventura en Malacaña. Acaba de dar los primeros pasos en el mundo de la franquicia.
Aunque aún no tiene ninguna franquicia abierta, Sonia asegura que Malacaña es un buen negocio para franquiciar analizando el éxito que posee su establecimiento de pinchos en León. Es consciente de que acaba de empezar y que franquiciar conlleva trabajo, tiempo y esfuerzo, pero está segura de que las franquicias serán muy rentables para cada uno de sus franquiciados y que serán exitosas como el primer establecimiento. Apuesta por su idea de negocio y está deseosa de contactar con gente que ame tanto el negocio como ella, y quiera abrir uno propio.
La idea de convertir su negocio en una enseña le rondó la cabeza prácticamente desde el principio. Las personas que acudían a su establecimiento y comprobaban el éxito que tenía le sugerían la opción de franquiciar y expandir aquel negocio tan original. Confiesa que en aquellos primeros años recibía muchas peticiones de personas que querían franquiciar su negocio. Estaba dispuesta a embarcarse en ese nuevo proyecto, pero en aquel momento, también tenía otra prioridad, ser madre.
Hace siete años el proyecto de expansión se detuvo pues quería pasar tiempo con su hijo y sabía que si se comenzaba aquel viaje no podría dedicarle el tiempo que ella quería. Pero ahora que su niño es mayor y comprende el sueño de su madre y el esfuerzo que eso supone, ha decidido comenzar la expansión de Malacaña.
Asegura que no le importa mucho la ubicación de su primera franquicia, aunque dice que, si le gustaría que los primeros establecimientos se abrieran en el norte, ya que le sería más fácil gestionar la red por la cercanía que tendrían a su ciudad de residencia.
Sonia se define como una mujer muy activa y el hecho de embarcarse en las franquicias le supone un reto. No lo hace por el dinero, sino por superarse a sí misma y le encantaría poder abrir seis u ocho nuevos establecimientos al año.
La inversión para montar un Malacaña es totalmente accesible. No supera los 50.000 euros. Como expresa Sonia: “Un bar de pinchos de éxito es esfuerzo, personalidad, ubicación, buen género y adaptabilidad. En Malacaña logramos reunir todas las características necesarias para conseguir generar una experiencia positiva en el cliente que le hará repetir”.
Sonia Alonso es una mujer trabajadora que desde muy joven comenzó a forjar su futuro. Aunque nunca pensó en dedicarse a la hostelería, la vida siempre le llevaba a este sector y ahora vive por y para su negocio gastronómico, con el que se siente ilusionada y del que está muy orgullosa.
Dedica su tiempo libre a estar con su hijo, aunque se define como una amante de la montaña y la sierra, le encanta dibujar, el cine y la lectura. Comenta entre risas que ser madre le cambió la vida y que ahora dibuja con su hijo, el tiempo de lectura lo dedica a leer cuentos y ha cambiado el cine independiente por dibujos animados, pero ella está encantada.
Echando la vista atrás, Sonia recuerda el momento en el que pensó montar un restaurante vegetariano en vez de Malacaña, se ríe y se pregunta que hubiese pasado si lo hubiese desarrollado, da gracias al momento en el que desechó aquella idea porque está segura de que no hubiese alcanzado el éxito que ahora tiene su proyecto.
Actualmente, Sonia es una empresaria de éxito que nunca imaginó que lo sería, sino que las circunstancias de la vida le llevaron a hacerlo. No toda su vida empresarial ha sido un camino de rosas, pues ha tenido que superar algunos baches, ha sido un camino de esfuerzo, trabajo, dedicación e ilusión.
Además de ser la fundadora de Malacaña, es la propietaria de dos tiendas de moda en Ponferrada; La Bohème y Mona. Se dedica a gestionar y organizar Malacaña, a diseñar la carta de pinchos y a ayudar a sus cocineros y camareros cuando es necesario.
Trabaja duro para conseguir que Malacaña se convierta en un establecimiento de referencia al que la gente acuda para tapear.
Sonia Alonso (Malacaña)
Con tan solo 17 años la empresaria ya se encontraba inmersa en el mercado laboral. En un principio trabajó en tiendas y en oficinas como auxiliar administrativo, mientras tanto trabajaba también en bares los fines de semana para poder ahorrar, aquí forjó su esencia hostelera.
Se embarcó en su primer negocio constituyendo un bar para universitarios, aunque terminó vendiéndolo. En 2008, al inicio de la crisis, monto su actual bar de pinchos en Ponferrada, su ciudad, Malacaña
Es fundadora y regente también de dos tiendas de moda La Bohème y Mona. Le encana pasar tiempo en la montaña y en la sierra, es aficionada al cine, la lectura y a dibujar, aunque confiesa que todas estas actividades las hace con su hijo para disfrutar con el de su tiempo libre.
¿Quieres conseguir el libro en formato impreso?, Contacta con nosotros y consíguelo.
Infórmate acerca de todo lo que necesitas saber sobre esta franquicia